LA ROPA DOMINGUERA
POR: JUAN QUINTANA
…al fondo pude
escuchar, con gran precisión, su clara y
muy fuerte voz, que venía desde el solar de la casa, sin
duda alguna, era mamá…, aquel sábado de intenso verano, ella barría el patio, y a su vez sacaba la ropa de
la batea para tenderla al sol, mientras yo escudriñaba con gran ansiedad en el
viejo escaparate de madera, mis pensamientos se centraban en algo que tal vez
hoy, pudiera compararse con lo que muchos han llamado “Vanidad”, ese sábado.
quería lucir mis mejores galas, o tal vez la única, aquella que era guardada
para ocasiones especiales, o quizás para algunos domingos, para ir a misa, o
salir de paseo, o a casa de algún familiar…, para mí, aquella muda de ropa, colgada casi de manera sigilosa, aun con el fuerte olor a naftalina,
representaba, algo así como un
toque especial de elegancia, o tal vez , de cierta categoría, quería
mostrarla para ella, para ese amor platónico que quizás nunca supo de mi existir…, ese
sábado, Juancito Martínez, al igual que todos los sábados del año, tenía su
fiesta, al son de las mejores orquestas del mundo, los discos en 45 y 33 rpm
eran los protagonistas de su tan
esperada velada musical, y estarían brillando encima del gran escenario que él
llamaba picot…, él, quizás, la esperaba tanto como yo, pero seguramente con nortes diferentes…, sin duda alguna, era evidente para mí, que ocurriría algún encuentro, por cierto no
fortuito, que dejaría a un lado la
timidez de aquel niño, que apenas comenzaba a transitar su etapa de adolescente…,
recuerdo claramente, como si fuera hoy,
el ambiente, las calles, el olor a brisa fresca, recuerdo la casa, la familia,
éramos, sin temor a equivocarme, extremadamente ricos, tal vez lo único que no
teníamos era dinero…, mis pensamientos seguían anclados en ese sábado por la
noche, la imaginación volaba, al mismo tiempo, hacia los cuatro puntos
cardinales, pero sin dejar de pensar en la
grata impresión que causaría, al mostrar, lo que para mí representaba, “Una
Pinta Elegante”…, abrigaba la esperanza de recibir de mamá, al menos con un
guiño de ojos, o con una señal silenciosa al bajar la cabeza, de que sí podía
hacer uso de esas piezas de vestir para esa ocasión tan esperada…, el sol seguía
actuando de manera inclemente, la brisa golpeaba sutilmente la ropa que había tendido
mamá en el solar, su voz no dejó de callar durante esos diez o quince segundos, cuando comenzó
diciendo: ¡No saques la ropa de los domingos, mira que la masa no está pa´
bollo¡, …al final entendí lo que es la Vanidad.
PD: LOS TIEMPOS,
LOS ESPACIOS Y LOS PERSONAJES, SON PRODUCTO DE LA IMAGINACION, QUIZAS LO UNICO
REAL ERA “LA ROPA DOMINGUERA”.
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