¡ADIOS MIS NEGRAS ADIOS!
POR: JUAN QUINTANA.
La sazón ya se le nota,
al estilo de mi abuela,
con sus ricas habichuelas
o lo que es igual “CARAOTAS”.
Lo primero es escogerlas,
luego en la olla montar,
y comenzar a cocinar
en fogón a todo mecha,
mientras el agua le echas
y comienzan a ablandar.
Esperar un largo rato
a que suavicen las negras,
metiéndole algunas piedras
o pizcas de carbonato,
o rezarles la oración
del famoso amansa guapo,
o fumarle unos tabacos
a las sabrosas negritas,
Pa que se pongan blanditas
mientras se toma un guarapo.
Cuando ya blandas estén,
el aliño se prepara,
y se vierte con cuchara
en un modesto sartén.
Y a fuego lento esta vez,
cocinan los ingredientes,
de ajo, algunos dientes,
pimentón, cebolla y sal,
el culantro al natural
y el ají siempre presente.
Continúa la cocción
de las famosas negritas,
y le echan las paticas,
es decir el tropezón.
En poco tiempo estarán
listas para el disfrute,
sin nada que le dispute
su lugar de preferencia,
pues son toda referencia
y eso nadie lo discute.
Ya listas para comer
las renombradas negritas,
las comes con hallaquitas
o con arroz a granel.
Del pabellón es la reina,
del desayuno también,
del almuerzo hace un harén
que atrapa a su acompañante,
luciendo un tono brillante
que al paladar hace bien.
Esas negras pa que sepa,
muy divinas por demás,
se acompañan además
con la deliciosa arepa.
Ya ambas se han convertido,
para el común de la gente,
en un manjar excelente
predilecto a cualquier hora,
desde los años de otrora
hasta los tiempos recientes.
Y hoy nos debe alarmar,
que el plato que era de pobres,
ya no alcanzan ni mil cobres
para un kilito comprar.
Las negritas deliciosas
quedarán en el olvido,
se borrará lo vivido
de su gran exquisitez,
o será un presagio tal vez
de un sueño no concluido.
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