"UNA VIEJA FOTO QUE HABLA
POR SÍ SOLA"
POR:
JUAN QUINTANA
Imaginemos solo por un instante que esta
foto es una ventana a través de la cual podemos retroceder el tiempo al menos
ochenta años atrás....
Los invito cordialmente a recorrer el
pasado.
Lugar: “Las Cuatro Esquinas”, emblemático
sector de La Calle Real o Calle Bolívar
de Charallave.
Aunque sin exactitud, la foto pudiera estar
ubicada entre los años 1940 y 1950.
La
escasa cantidad de hojas en los árboles que están apostados en ambos lados de
La Calle Real o Calle Bolívar nos indica claramente que estamos en presencia de
un fuerte verano, evidenciado por el inclemente sol cuyos rayos caen en ese
instante perpendicularmente sobre el suelo charallavense, es decir, no cabe
dudas que la hora exacta estaría ubicada justo a mediodía ya que el reflejo de la sombra marcada por el
pequeño tarantín es una prueba más que
suficiente.
Aún algunas de esas casas emblemáticas que
se observan en la foto, seguramente con mucho más de un siglo de existencia, se
mantienen casi intactas al día de hoy.
Al
fondo se aprecia con gran claridad al eterno guardián del pueblo, al igual que
en nuestros días, al imponente y majestuoso “Cerro de La Cruz”
escenario obligado para el canto de décimas y fulías durante la celebración del
Día de La Cruz de Mayo, justo el 3 de ese mismo mes, pero además el “Cerro de
La Cruz” se convertía en el escape seguro de los muchachos de esa época quienes subían en cambote para “parchar”, es decir
para buscar y por supuesto degustar de la deliciosa y muy jugosa parchita de
monte.
Pero tal vez lo más emblemático de esta
vieja foto pudiera ser justamente “el improvisado tarantín”, que no era otra
cosa que un expendio de carne o como se le conoció hasta no hace mucho tiempo
como “La Pesa”, ahí en ese tarantín colgaba en ganchos de hierro la carne en
sus diferentes presentaciones, pero sin ningún tipo de refrigeración, y los
clientes de aquel viejo pueblo apartaban sus pedidos el día anterior para
retirarlo generalmente en horas de la mañana por aquello de que aun en la
mañana la carne se mantenía fresca, tal vez por esa razón es que justo a
mediodía y a pleno sol meridiano vemos al “dependiente de la pesa”, es decir al
vendedor, recostado cómodamente en su silla de cuero y madera a la espera de
algún rezagado que por alguna razón no pudo venir a retirar su pedido en horas
de la mañana, o quizás a la espera de alguien que a última hora fue que pudo
conseguir “los Churupitos” para comprar el trozo de carne o “el salado del día”
como también se le llamaba en aquel Charallave de antaño, en aquel viejo pueblo
que nos dejó un recuerdo en cada esquina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario