martes, 3 de enero de 2023

"UNA VIEJA FOTO QUE HABLA POR SI SOLA" POR: JUAN QUINTANA

 

"UNA VIEJA FOTO QUE HABLA

 POR SÍ SOLA"

 

 POR: JUAN QUINTANA



 

Imaginemos solo por un instante que esta foto es una ventana a través de la cual podemos retroceder el tiempo al menos ochenta años atrás....

Los invito cordialmente a recorrer el pasado.

 

Lugar: “Las Cuatro Esquinas”, emblemático sector de  La Calle Real o Calle Bolívar de Charallave.

 

Aunque sin exactitud, la foto pudiera estar ubicada entre los años 1940 y  1950.

 

 La escasa cantidad de hojas en los árboles que están apostados en ambos lados de La Calle Real o Calle Bolívar nos indica claramente que estamos en presencia de un fuerte verano, evidenciado por el inclemente sol cuyos rayos caen en ese instante perpendicularmente sobre el suelo charallavense, es decir, no cabe dudas que la hora exacta estaría ubicada justo a mediodía ya que  el reflejo de la sombra marcada por el pequeño tarantín  es una prueba más que suficiente.

 Aún algunas de esas casas emblemáticas que se observan en la foto, seguramente con mucho más de un siglo de existencia, se mantienen casi intactas al día de hoy.

 Al fondo se aprecia con gran claridad al eterno guardián del pueblo, al igual que en  nuestros días,  al imponente y majestuoso “Cerro de La Cruz” escenario obligado para el canto de décimas y fulías durante la celebración del Día de La Cruz de Mayo, justo el 3 de ese mismo mes, pero además el “Cerro de La Cruz” se convertía en el escape seguro de los muchachos de esa época  quienes subían en cambote para “parchar”, es decir para buscar y por supuesto degustar de la deliciosa y muy jugosa parchita de monte.

 Pero tal vez lo más emblemático de esta vieja foto pudiera ser justamente “el improvisado tarantín”, que no era otra cosa que un expendio de carne o como se le conoció hasta no hace mucho tiempo como “La Pesa”, ahí en ese tarantín colgaba en ganchos de hierro la carne en sus diferentes presentaciones, pero sin ningún tipo de refrigeración, y los clientes de aquel viejo pueblo apartaban sus pedidos el día anterior para retirarlo generalmente en horas de la mañana por aquello de que aun en la mañana la carne se mantenía fresca, tal vez por esa razón es que justo a mediodía y a pleno sol meridiano vemos al “dependiente de la pesa”, es decir al vendedor, recostado cómodamente en su silla de cuero y madera a la espera de algún rezagado que por alguna razón no pudo venir a retirar su pedido en horas de la mañana, o quizás a la espera de alguien que a última hora fue que pudo conseguir “los Churupitos” para comprar el trozo de carne o “el salado del día” como también se le llamaba en aquel Charallave de antaño, en aquel viejo pueblo que nos dejó un recuerdo en cada esquina.

 

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