jueves, 18 de febrero de 2021

“LAS CHAPELLIN... MEMORIAS DE UN PASADO”, POR: JUAN QUINTANA

 





LA HISTORIA POCO CONTADA

“LAS CHAPELLIN... MEMORIAS DE UN PASADO”

POR: JUAN QUINTANA

 

  Transcurrían las primeras décadas  de 1900, aquel acogedor Charallave era considerado por muchos, como la entrada principal a los Valles del Tuy,  y el camino, casi obligado, hacia los llanos del país…, la fresca brisa de su esplendoroso Valle, golpeaba suavemente los frondosos bucares, apamates  y cañaverales, que bordeaban la otrora cristalina  quebrada, principal fuente que abastecía a la mayoría de la gente del pueblo, ahí en ese tranquilo Valle, con un clima muy agradable, hoy, casi que  inimaginable, y que alcanzaba su máxima expresión en la víspera de las fiestas decembrinas, ahí, estaban ellas, Las Chapellín, tres elegantes damas que marcarían  posteriormente las memorias de un pasado, en un pueblo tranquilo, y con gente amable  como el nuestro, que dejó un recuerdo en cada esquina.

 Carlota, la menor de las tres hermanas, contrae matrimonio con Manuel Rondón, y escogen como lugar de residencia el Valle de Caracas,  allí, sus dos hermanas, Carmen Dolores, soltera,  a quien de manera cariñosa le saludábamos con el apodo de  “Camita”,  y  María de la O, conocida en todo el pueblo como “Pepín”, viuda de Mariano Arocha, hermano de Doña Teotiste Arocha, solían, con mucha frecuencia,  “temperar en el Valle”, justo en la casa de su hermana menor Carlota, pero el destino , tal vez, le jugó una mala pasada y Carlota decide regresarse de nuevo, sola, con sus cuatro hijos a Charallave.

  La casa en la cual vivieron hasta el resto de sus días, aún se conserva en la calle Miranda de Charallave, casa cuyo propietario era Leoncio Robles, hijo de Nicomedes Pedroza, Leoncio robles Pedroza, primo de las Chapellín Pedroza, de manera muy gentil, le había obsequiado esa casa a Carmen Dolores como gesto indiscutible de sus  lazos de familiaridad y de amistad.

  Cada uno de estos seres excepcionales, de aquel Charallave que quedó para el recuerdo, tenían una característica muy especial, pero sin duda alguna, todas con principios inequívocos, de servir a Dios y al prójimo a través de su fe religiosa. Carlota Chapellín,  fue la presidenta, y además encargada, durante casi toda su vida, de la Cofradía de San José, fue además, la primera mujer, de la cual se tienen registros, quien estuvo al frente de la oficina de Correos de Charallave, mucho antes que asumiera este roll Consuelo Otamendi…,  como dato curioso, justo a la oficina de Correos Nacionales en Charallave, llegaba un número importante de ejemplares del Diario La Religión, el cual era dirigido por Monseñor José María Pellín, este diario, defendía las necesidades de las leyes de la religión Católica, prestando un servicio además de carácter social e informativo sobre la actualidad nacional e internacional,  y Carlota, precisamente , era la encargada de llevarlo casa por casa, a los suscriptores del diario, ya que era la única manera de poder enterarse de los hechos que sucedían en el país y fuera de nuestras fronteras.

  La segunda de las tres hermanas, era María de la O, o “Pepín”, como también era conocida, al igual que sus hermanas, era una mujer entregada a la fe católica, estuvo al frente de la cofradía de La Dolorosa, era sin duda alguna, su devoción, predicando, no solamente de corazón, sino que además predicaba con el ejemplo, poniendo siempre por encima el amor al prójimo. Parte del sustento diario de las hermanas Chapellin, se basaba, sin duda alguna,  en la elaboración de la llamada granjería criolla, las tortas caseras, las conservas, el dulce de toronja, el bienmesabe, el tradicional e inigualable dulce de lechosa,  se convirtieron en el manjar predilecto para los niños y adultos de aquel viejo Charallave, y tal vez, aunque guardando alguna distancia en cuanto al  tiempo, las tortas y dulces criollos de “Pepín”, tuvieron tanto renombre en nuestro pueblo, al igual que la tuvieron en Caracas, las deliciosas tortas de las hermanas Bejarano en época de la colonia.

  “Camita”, Carmen Dolores, era la mayor de las Chapellin,  era soltera, fue conocida como “La Alfarera de Dios”, hacía las hostias para las celebraciones eclesiásticas de Charallave, y era la encargada de la Cofradía del Santisimo, “Camita” tenía unas manos prodigiosas, elaboraba con gran destreza, pero con una belleza increíble, las velas, de cera pura, para el Santísimo, dedicó su vida entera a la Iglesia, vivió una vida de santidad, pero a la par de sus intensas actividades religiosas, Carmen Dolores era una  excelente repostera, especializada en tortas para matrimonios y bautizos, pero con el toque muy especial de las Hermanas Chapellin.

  “Camita” era una mujer, al igual que sus hermanas, de misa diaria, con una estrecha relación de amistad con el entonces Cura Párroco de Ocumare del Tuy, Monseñor Pérez León, ella, junto a Cecilia Perez, se iban a Ocumare del Tuy, una semana antes de las fiestas Patronales de San Diego de Alcalá, a preparar el recibimiento de todos los sacerdotes que venían de Caracas y Los Teques, quienes tendrían como alojamiento la Casa Parroquial de Ocumare del Tuy.

  Como dato anecdótico, y tal vez, propio de este hermoso pueblo cuyas costumbres, historias  y tradiciones han quedado para el recuerdo, algunas de las muchachas de ese viejo Charallave, entre quienes estaban, Carmen Rosa, Isabel Teresa y Elba  Rincones, justo al concluir la misa de nueve, salían, casi desbocadas, directo a la casa de las Chapellin, para comer los recortes de Hostias que habían quedado luego  de su elaboración, y para ellas , además de ser algo así como una aventura de muchachas, se deleitaban saboreando los deliciosos “recortes de Hostias”.

 Cuando murió “Camita”, considerada definitivamente una mujer de Santidad, por cosas del destino, el padre Roberto Trejo, quien fungía de Cura Párroco para ese entonces, no se encontraba en el pueblo para realizar las exequias, pero fue despedida por Juvenal Clemente quien en medio de la multitud, dijo, con su voz clara e inconfundible: “ha muerto la Alfarera de Dios”.

  Las Chapellin, fueron tres mujeres muy apreciadas y queridas en Charallave, de familia muy arraigada, y ceñidas bajo una directriz de honestidad, amor por el prójimo, y con estricto apego a las buenas costumbres, y definitivamente, con un inquebrantable fervor por la fe religiosa, así eran ellas, Carlota, Pepín y Camita, gente de pueblo como los hubo en muchos otros pueblos de Venezuela, tres mujeres que marcaron una pauta muy importante en nuestra historia cotidiana, y quizás, parafraseando un poco aquellas sabias palabras de Juvenal Clemente, a la hora de despedir a Camita, pudiéramos decir que cerca, pero muy cerca del Altísimo, están esas tres abnegadas mujeres:  “Las Chapellín, Memoria  de un Pasado…, Las Alfareras de Dios”.

 

FUENTES ORIGINALES:

CARLOTA RONDON

CARMEN ROSA, ISABEL TERESA Y ELBA RINCONES.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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