CONSTANTINO LUIS MORALES.
“UN LEGADO PARA LA HISTORIA”
POR: JUAN QUINTANA
Icod de los Vinos, Sta. Cruz de Tenerife,
España, una hermosa población, con exuberantes paisajes y excelentes atractivos
turísticos, cuna de la planta más
longeva de la cual se tiene referencia, tal vez unos 700 años de existencia,
conocida también como “El Drago Milenario de Icod de los Vinos en Tenerife”…,
ahí, en ese rincón de España, nace Constantino Luis Morales, un 29 de junio de
1927, lo demás ya será parte de nuestra historia cotidiana.
Al igual que infinidad de españoles, tal vez
agobiados por la férrea dictadura del General Francisco Franco, y por supuesto
por la evidente depresión que significaban aquellos latigazos, producto de la
segunda guerra mundial, incluso, ya en sus postrimerías, Constantino Morales
decide buscar nuevos rumbos, quizás nuevos horizontes de tranquilidad,
prosperidad, y evidentemente de felicidad…,
y con apenas 18 años, llega en 1945, a una Venezuela que también estaba
un tanto convulsionada, a consecuencia de lo que se conoció como la Revolución
de Octubre, o el golpe de estado cívico militar, encabezado por Rómulo Betancourt
y Marcos Pérez Jiménez, y que finalmente concluiría con el derrocamiento del entonces
presidente Isaías Medina Angarita, no obstante, estábamos en presencia de una Venezuela
económicamente con relativa estabilidad, lo que la hacía apetecible para la inmensa
mayoría de europeos, que finalmente se refugiaron en nuestro país.
Constantino dejaba la España de sus ancestros,
dejaba la España que le vio nacer y crecer, dejaba la España de sus sueños,
pero a su vez, dejaba en España al amor de su vida, a una jovencita de quien se
había enamorado locamente, y a quien le había jurado su amor eterno, Solibella,
quien más tarde se convertiría en su eterna acompañante, su esposa, y la madre
de sus cuatro hijos, todos nacidos en Venezuela, José Miguel, Constantino
(tinito),María Luisa y María Teresa…., sin duda alguna, no fue nada fácil
mantener unos amores a distancia, con escasa y dificultosa comunicación, propia
de esas décadas de los años 40 y 50, y evidentemente sin el desarrollo tecnológico
y comunicacional de la actualidad, pero eso no representó para Constantino y
para Solibella, ningún tipo de obstáculo, sabían que se reencontrarían, mantenían
inmensa fe, de que unirían sus vidas hasta la eternidad, aquí en Venezuela, y
es así como el 15 de enero de 1954, seis años después de su llegada a nuestro país,
deciden contraer matrimonio, bajo “la figura del poder”, Constantino aquí en Venezuela,
mientras que Solibella era llevada al
altar, en la iglesia Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, respondiendo ante
el sacerdote con un “SI” que retumbaría allá en el viejo continente, y que haría
eco, sin duda alguna, en la iglesia del Prado de María en Caracas, en la cual Constantino
permanecía escuchando la Santa Misa.
El comercio siempre fue su norte, y es así
como en 1948, comienza una nueva etapa laboral, distribuyendo una de las marcas
de café más prestigiosas de Venezuela, “Café La Hacienda”, ubicada inicialmente
en la Avda. Nueva Granada de Caracas,
captando rápidamente una clientela significativa la cual logró expandir, con
mucho éxito, hacia los estados Aragua, Carabobo y Guárico, y posteriormente coparía los anaqueles de la mayoría
de los comercios en los Valles del Tuy,
que mostraban un insipiente desarrollo, tanto industrial como comercial…, Constantino
Morales, con su distribución exclusiva de “Café La Hacienda”, logra posesionarse
de manera abrumadora, en el mercado del café en los Valles del Tuy, decidiendo
finalmente en 1961, residenciarse con su esposa Solibella aquí en Charallave.
No fue nada difícil para Constantino, convertirse
en un charallavense más, en uno más de nosotros, en un charallavense nacido en
Icod del Vino Tenerife, que con su caballerosidad, con su envidiable sentido de
convivencia, supo penetrar en el corazón de nuestra gente…, tal vez nuestro
delicioso “Pabellón Criollo”, había desplazado a sus “papas arrugadas, con pescado
salado y un mojito icodense”, típico de la tierra que lo vio nacer, o nuestro
imponente cerro El Ávila, aliviaría la
morriña, que le causaba el no poder
observar desde su Icod del Vino, al majestuoso pico el Teide, el más alto de España,
seguramente aprendió a venerar a la Patrona Santa Rosa de Lima, llevándola a la
par de San Marcos, el Patrono de su pueblo natal…, el club de leones de Charallave,
del cual fue miembro fundador, junto a sus amigos de la época, Antonio Malo, Raymundo
Aru, Andrés Olías, Jesús María Guzmán, Francisco Caso, el Dr. Bricelio Guillermo,
Palmero Felipe, Juan Herves, Manolo Navarro, entre otros, sustituiría, en gran
parte, las labores sociales que durante su época de adolescente, hacía en su
tierra natal.
La constancia, honestidad, esfuerzo, lucha y
trabajo, fueron sus armas principales, para merecer el respeto y la admiración
de nuestro pueblo, que sin duda, un pueblo que también quiso como al suyo, esas
armas que sirvieron además, para forjar un futuro cierto para su familia, y que
hoy son utilizadas por sus hijos, como parte de su legado, emprendiendo de
manera efectiva, en empresas que han coadyuvado al desarrollo integral de Charallave,
como es el caso de la empaquetadora de Azúcar Valle Real, dirigida por su hijo
mayor José Miguel Morales, y que durante
más de 20 años, viene compitiendo con marcas de gran renombre a nivel nacional,
generando sin duda alguna gran cantidad de empleos directos e indirectos.
El futbol fue el hobby de Constantino
Morales, y el Real Madrid fue su pasión, tal vez compartida en parte, con la
novena de los Tiburones de La Guaira…, Constantino fue un incansable jugador de
futbol, pero además, un extraordinario entrenador, llegando a coordinar
innumerables campeonatos en varias categorías, muchos jóvenes de nuestra generación,
de apenas 13, 14 o 15 años, estuvimos bajo su tutela, recibiendo sus
entrenamientos, sus lineamientos, sus orientaciones sobre lo que significaba el
compañerismo y el jugar en equipo, sobre lo que significaba la amistad, la
obediencia y la disciplina, ahí estuvimos con Constantino, en el estadio Ramón Pérez
Arocha, en las canchas de Los Anaucos, o en cualquier estadio de los Valles del
Tuy, ahí estuvimos acompañados y protegidos por su mano amiga, Adán Figuera, Morgan,
Alfonso y Manolo Navarro, los hermanos González, José Miguel y Tinito, el niño González,
Eduardo Fofo Luque, Manuelito Luna, Oscar Manantial Peña, Nelson Portilla, Juan
José Herves, el negro Orlando Cisneros, los hermanos Cesar y Rómulo Guillermo, Cheo
Guzmán, entre otros.
Constantino Morales, sin duda alguna, fue una
referencia obligada, no solo para los jóvenes de nuestra generación, sino para
un pueblo entero que lo respetaba y lo admiraba…, el solo hecho de escuchar en
las diferentes emisoras comerciales del país, el comercial de “Café La Hacienda”,
con su característico e inolvidable eslogan “Su sabor lo recomienda”, nos
llevaba de inmediato a fijar nuestra atención en nuestro vecino, en nuestro
amigo, en Constantino Luis Morales, un charallavense nacido en Icod de los
Vinos, España, que sin duda alguna, nos dejó un interesante legado para las historia
de nuestro Charallave querido.
Fuente Original: José
Miguel Morales
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