jueves, 10 de junio de 2021

“…y con sus manos iban forjando los sueños de mi pueblo”. Por: Juan Quintana.

 

“…y con sus manos iban forjando los sueños

de mi pueblo”.

Por: Juan Quintana.



 

…ahí estaban ellos, y tal vez sin pensarlo, estaban dejando huellas, con sus manos, con su sudor, con su ingenio, sí, eran ellos, gente de a pie, gente de pueblo,

gente nuestra, edificando, literalmente, lo que para ellos sería su ciudad, pero a su vez construyendo sueños,

formando familias, gracias a esas manos expertas,

a sus improvisadas plomadas, a sus metros tipo tijeras, o tal vez, a una corroída carretilla, o a una cuchara golpeada por el tiempo.

 

  Ahí estaban ellos, autodidactas como muchos, pero

con gran sentido de la responsabilidad…, eran ellos, los veíamos a diario, en las calles, en esas mismas

calles trazadas por sus rudas manos…, ahí estaban ellos,

construyendo las casas de la gente de su pueblo, eran los albañiles de otrora, eran los forjadores de sueños: Antonio Jesús Bello, con su rectitud e indudable solvencia moral, a quien le debemos la construcción de la mayoría

de las calles de aquel viejo pueblo, un pueblo con indiscutible visión de futuro…, ahí estaba “El Chato”, Rafael González, cobrando solo 15 bs diarios para

él, y 5 bs para cada uno de sus ayudantes estrellas, Zoilo Ríos y Salvador Pacheco…, eran ellos, gente de Charallave, con su experiencia comprobada, como la del viejo Roque Martínez, o José Antonio Hernández, del Cementerio, de la mano de su inseparable ayudante, Diego “Pata e´ Croche”, o la versatilidad de Rafael Higuera “Garabato”, acompañado siempre por Nectalí Rojas y Nicolás Castro.

 

Cada uno de esos albañiles, o mejor dicho, cada uno

de esos forjadores de sueños, dejó una impronta imborrable en la vida de nuestra gente, cada uno de

esos coterráneos nuestros, marcó parte de nuestra

“Historia Cotidiana”.

 

Fuente original: Alberto Bello higuera.

 

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