sábado, 7 de agosto de 2021

El Cerro de La Cruz, …extraordinariamente imponente. Por: Juan Quintana.





El Cerro de La Cruz,

…extraordinariamente imponente.

 

Por: Juan Quintana.

 

…era en mayo, y entre los torcidos bejucales que se espigaban hacia el infinito, solíamos buscar parchita de monte, y llegar hasta lo más alto, desde donde se veía el azul del cielo mucho más cerca, tan cerca que casi podíamos atrapar el sol con una sola mano…ahí estaba La Cruz, testigo de innumerables cantos de fulías…, estaba ahí, en lo más alto de ese cerro que vigilaba muy sigilosamente las travesuras de la otrora quebrada cristalina, del extraordinariamente imponente cerro, que en silencio, veía entrar y salir a los visitantes y coterráneos de aquel pueblo, de ese mismo pueblo que poco a poco ha dado paso a una pujante ciudad, dejando solo para el recuerdo, una historia cotidiana poco contada.

 

 Tal vez, ese mismo cerro, aun intacto e incólume como siempre, ha estado custodiando celosamente, aunque no sé hasta cuando, a la vieja casona de corredores del Placer, con sus inconfundibles columnas y sus centenares de tejas curtidas por el indetenible tiempo, y a sus compañeras de una larga vida, a las otras casas antiguas, con innumerables y eternos recuerdos atrapados en sus gruesas paredes de barro, y que hoy, luego de más de dos siglos y medio de historia, se resisten desesperadamente a una triste, anunciada y casi inevitable muerte.


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