“….como un simple juego de niños”.
Por : Juan quintana.
…solo imagino por unos segundos, a estos “tres
grandes”, “a tres grandes” de los nuestros, a “tres glorias” que estamos
obligados a mantener vivo su legado, los imagino, tal vez sentados en las gradas,
o en los “files” del estadio, a la espera quizás del hervido que el “Loco Amílcar”
solía preparar…
Los tres
estaban en su acostumbrada tertulia del mediodía, esperando a los niños para
transmitirles lo que ellos muy bien sabían hacer…, y los “tres grandes”
dilucidaban sobre el nombre del estadio que estaba en construcción.
Lamont, sin
duda, el más veterano de los tres, con la humildad y sencillez que lo
caracterizaba, no dudó en sugerir que el nombre de ese estadio debía ser Diego
Cruz o José Bolívar “Bolivita”.
Diego y “Bolivita”
no tardaron en replicar, y sin ningún tipo de recelos, dirigieron sus miradas hacia
Rafael Lamont y casi al unísono dijeron: el nombre del estadio será Rafael Lamont.
La discusión
continuaba mientras el humo del improvisado fogón del “Loco Amílcar Farrera” se
entremezclaba con el delicioso olor del hervido.
Cada uno de
los “tres grandes” seguía atribuyéndole a los otros dos, las virtudes y grandezas,
y rechazando la posibilidad de ser él mismo quien llevara el epónimo.
No había
dudas, los tres estaban en lo cierto, los méritos y virtudes sobraban en cada
uno de estos “tres grandes”, pero la humildad de los tres se sobreponía a
cualquier decisión que los favoreciera, sin ningún tipo de vanidad, y seguro
estoy que no se trataba de ningún “cónclave”, tal vez solo les embargaba el
temor de que por intereses políticos o de otra naturaleza, no se hiciera justo
reconocimiento, y el epónimo fuera tergiversado.
Pero como “un
simple juego de niños”, el “Loco Diego” soltó una de las que siempre acostumbraba
hacer, y dijo casi tartamudeando: “se acabó la vaina, el que muera primero de
los tres, se le colocará su nombre”, y tal vez en silencio, y por supuesto con
cierto temor de no ser el primero en morir, (algo de miedo libre, mezclado con
instinto natural de sobrevivencia), aceptaron la propuesta, así en silencio.
El lunes 9 de
septiembre de 1985 falleció el primero de estos “tres grandes”, el estadio en
construcción, llevó, con sobradas razones y méritos, el nombre de Diego Cruz,
tal vez, lo que pudo ser solo “un simple juego de niños”, hoy vemos que fue un
acto de pura justicia.
PD: El término “loco”, no es usado en este escrito
en forma peyorativa, solo como gesto de cariño que la gente de mi pueblo aun
suele usar.
Fuente original:
José Luis Bolívar Acevedo (Cheli).
Docente Lituania Farrera.
Lic. Javier López Morillo, historiador y analista político.
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