domingo, 12 de septiembre de 2021

“….como un simple juego de niños”. Por : Juan quintana.

 

 

“….como un simple juego de niños”.

Por : Juan quintana.

 

…solo imagino por unos segundos, a estos “tres grandes”, “a tres grandes” de los nuestros, a “tres glorias” que estamos obligados a mantener vivo su legado, los imagino, tal vez sentados en las gradas, o en los “files” del estadio, a la espera quizás del hervido que el “Loco Amílcar” solía preparar…

 

  Los tres estaban en su acostumbrada tertulia del mediodía, esperando a los niños para transmitirles lo que ellos muy bien sabían hacer…, y los “tres grandes” dilucidaban sobre el nombre del estadio que estaba en construcción.

 

 Lamont, sin duda, el más veterano de los tres, con la humildad y sencillez que lo caracterizaba, no dudó en sugerir que el nombre de ese estadio debía ser Diego Cruz o José Bolívar “Bolivita”.

 

 Diego y “Bolivita” no tardaron en replicar, y sin ningún tipo de recelos, dirigieron sus miradas hacia Rafael Lamont y casi al unísono dijeron: el nombre del estadio será Rafael Lamont.

 

  La discusión continuaba mientras el humo del improvisado fogón del “Loco Amílcar Farrera” se entremezclaba con el delicioso olor del hervido.

 

 Cada uno de los “tres grandes” seguía atribuyéndole a los otros dos, las virtudes y grandezas, y rechazando la posibilidad de ser él mismo quien  llevara el epónimo.

 

 No había dudas, los tres estaban en lo cierto, los méritos y virtudes sobraban en cada uno de estos “tres grandes”, pero la humildad de los tres se sobreponía a cualquier decisión que los favoreciera, sin ningún tipo de vanidad, y seguro estoy que no se trataba de ningún “cónclave”, tal vez solo les embargaba el temor de que por intereses políticos o de otra naturaleza, no se hiciera justo reconocimiento, y el epónimo fuera tergiversado.

 

 Pero como “un simple juego de niños”, el “Loco Diego” soltó una de las que siempre acostumbraba hacer, y dijo casi tartamudeando: “se acabó la vaina, el que muera primero de los tres, se le colocará su nombre”, y tal vez en silencio, y por supuesto con cierto temor de no ser el primero en morir, (algo de miedo libre, mezclado con instinto natural de sobrevivencia), aceptaron la propuesta, así en silencio.

 

 El lunes 9 de septiembre de 1985 falleció el primero de estos “tres grandes”, el estadio en construcción, llevó, con sobradas razones y méritos, el nombre de Diego Cruz, tal vez, lo que pudo ser solo “un simple juego de niños”, hoy vemos que fue un acto de pura justicia.

 

PD: El término “loco”, no es usado en este escrito en forma peyorativa, solo como gesto de cariño que la gente de mi pueblo aun suele usar.

 

Fuente original:

 

José Luis Bolívar Acevedo (Cheli).


Docente Lituania Farrera.

 

Lic. Javier López Morillo,  historiador y analista político.



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