lunes, 8 de marzo de 2021

"AL PINEO", AURELIANO OLIVEROS, POR: JUAN QUINTANA

 




AL “PINEO”, AURELIANO OLIVEROS.

 

POR: JUAN QUINTANA.

 

…y una vez más venía él, con la tranquilidad de la soledad, a pasos cortos y lentos, muy lentos,  tal vez parafraseando un poco aquella antigua frase : “mordiendo el polvo”, ganándole la batalla al tiempo, y haciéndolo rendir en su camino,  ahí venía Aureliano, “El Pineo”, como siempre, por aquella vieja carretera engranzonada de La Horquilla, transitando en silencio, a reencontrarse con su gente, con su pueblo, con su otrora y acogedora Plaza Bolívar, aquella misma Plaza con árboles frondosos, con sus bancos de madera, con sus ocho entradas que conducían justo al centro, donde reposaba el pequeño busto de Simón…, la misma Plaza que sirvió de inspiración a  Evencio, a Fermín, a Eulogio, a Camero, y a otros tantos pueblerinos nuestros, que plasmaron sus sueños en el lienzo, en el pentagrama o en las hojas amarillentas de algún diario…,  soplaban vientos de Semana Santa, en las angostas calles de mi pueblo, era ya común en esos tiempos, ver la esperma derretida por el inclemente sol, sentir el agradable olor de los nardos, que había quedado impregnado en cada espacio del templo,  ahí estaba él, Aureliano Oliveros, muchas veces desapercibido, pero siempre estaba ahí, sentado en los mismos bancos de madera, con su inseparable garrote, su mirada profunda, su inconfundible y llamativo porte, sigiloso como siempre, tal vez a la defensiva, o a la espera quizás, que desde lo lejos,  algún zagaletón de pantalón corto, gritara a los cuatro vientos: ¡..Pineo, Pineo…!, para responder, casi de manera automática, con su diminuta y atropellada voz : ¡..caña e´ su mae…! .

   El tiempo, el mismo que todo lo sabe y todo lo puede, nos arrebató otra hermosa estampa de nuestro pueblo, se llevó en su paso, casi que de manera arrolladora, aquella vieja Plaza, el pequeño busto de Simón, los bancos de madera, los frondosos árboles, se llevó a Evencio, a Eulogio, a Fermín a Camero,  y con ellos, también se llevó al “Pineo”, Aureliano Oliveros…, se marchó como siempre solía hacerlo, con la tranquilidad de la soledad, a pasos cortos y lentos, muy lentos…

 

FUENTES ORIGINALES:

-        DIACONO CARLOS RAMON GONZALEZ

-        VIVENCIAS PERSONALES DEL AUTOR.


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