LA HISTORIA POCO CONTADA
“EL PRIMER DIA DE AGOSTO“
EN EL CHARALLAVE DE
ANTAÑO
POR: JUAN QUINTANA
ERA EL PRIMER DIA DE
AGOSTO.
Aquel 31 de julio, desde primeras horas de la
mañana, los organizadores de las fiestas en honor a Santa Rosa de Lima, comenzarían
su faena para develar las expectativas generadas, y mostrar al pueblo lo que
sería sin duda alguna ”Las Mejores
Fiestas Patronales de Venezuela“.
Los preparativos para la caravana de esa misma
noche a las 12, o el inicio del primero de Agosto, estaban bastante adelantados,
la banda pueblerina tenía ya listo su repertorio de música cañonera, para
recorrer las diferentes calles de aquel viejo Charallave, los detalles eran
innumerables, el camión Ford del año 48, del Negro Madera, serviría de transporte
a los músicos del pueblo, la guarapita de José Antonio Méndez, en su punto
exacto, para brindarles un presente a los asistentes a la caravana, y quizás
con un poco de refuerzo con el tradicional “Zamurito“ de nuestro pueblo hermano
Cúa.
Una
semana antes, Fernandito Martínez y su
“Tipografía Urdaneta”, habían dado por concluido el tan esperado “Programa de Fiestas“, y lo mantenía en total secreto, solo
a la espera de la entrega formal a los organizadores de las fiestas.
A las seis de la tarde de ese 31 de Julio, al
salir de la misa, comenzaría a congregarse la gente en aquella Plaza Bolívar,
con sus frondosos árboles y sus jardines con flores, sus asientos de hierro y madera,
sus guardianes de siempre en cada lateral,
Luis el cotufero, Felicia la manisera y Salvador Pacheco con sus lapas, y por
supuesto con aquel verdadero sabor a pueblo…
Al llegar las doce de la noche, la algarabía
era evidente, los cohetones retumbaban en aquel cielo charallavense, el sabor contagioso
de la banda musical, con sus temas “Besos y Cerezas”, “Caminito de Guarenas“,
“La Pelota de Carey“, entre otros, alegraban e invitaban a bailar a la multitud,
que seguía muy de cerca a la famosa Retreta
de Antaño…, las calles del pueblo arriba y pueblo abajo, eran testigos
silentes de ese entusiasmo de los charallavenses, el engrudo preparado con almidón, y la
improvisada brocha de cocuiza, impregnarían los programas, para ser colocados en
lugares estratégicos, otros se entregarían en algunas casas de familia, y por
supuesto, con la formalidad del caso, se le entregaría también al Jefe Civil,
al comandante de la Policía, al Cura Párroco, y a los miembros de la otrora
Junta Comunal…, el programa, sin duda, era completo, no se escapaba ningún
detalle, resaltando por supuesto la Misa y la procesión de Santa Rosa de Lima,
los juegos de bolas criollas, las reñidas peleas de gallo en pitahaya, el
partido de béisbol en el viejo Estadio
Los Samanes, los juegos tradicionales para niños, como el palo encebado, el
sartén con negro de humo, las carreras de saco, el cochino engrasado, entre
otros, las competencias o carreras de bicicleta de paseo, que seguramente sería
ganada por un Pitahayero, además de las añoradas tardes de toros coleados, en
las improvisadas mangas de bambú y guatacaro, en cualquier calle del pueblo y
claro está, las tradicionales retretas en el altozano de la iglesia, a las 9 de
la noche, con la contagiante música bailable de grupos musicales de la época,
como “La Sonora Miranda”, “El Grupo Chara”, “Los Zapatos Blancos“, de los
hermanos Otamendi, y el tan esperado baile de gala, en los elegantes y confortables
salones del Centro Social El Campito, con
la orquesta más popular de Venezuela, “La Billos Caracas Boys”…, ya todo estaba
preparado, solo quedaba esperar la víspera de aquel famoso y tan ansiado 30 de
Agosto, el día más importante para los charallavenses, y disfrutar en grande y
sanamente, de las mejores Fiestas Patronales de Venezuela, lo demás ya es
historia, y la misma ha quedado guardada
en la memoria de quienes vivieron esos inolvidables momentos, o en la imaginación
de quienes han podido escucharlos, a través de las tradición oral, pero en
definitiva esa historia cotidiana está ahí, aún viva, pero pidiendo a gritos
que sigamos contándola y cantándola, pero sobre todo compartiéndola, para que
el tiempo, inexorable como siempre, no la devore, y borre para siempre, lo que
significó el pasado de un pueblo como tantos otros pueblos de Venezuela, con
sus genuinas tradiciones culturales.
FUENTES ORIGINALES:
AQUILES FIGUERA
LUIS CAMERO
MOISES SERRANO BLANCO
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