sábado, 11 de enero de 2020

HORNOS DECAL DE LA CHIVERA






 

 

LA HISTORIA POCO CONTADA 

 

       “LOS HORNOS DE CAL DE  LA CHIVERA”

 

POR: JUAN QUINTANA 

 

 

  Esta es parte de la historia más sencilla de nuestro pueblo, la cotidianidad de aquel hermoso pueblo de calles empolvadas, de aquel pueblo apacible con gente amable, de aquel Charallave de antaño, con sus costumbres, tradiciones, personajes populares, anécdotas, leyendas,  y su  historia, de esa misma historia que guardamos celosamente en el Adobe pueblo de antaño, de una historia   poco contada, como la de los famosos “Hornos de cal de La Chivera“.

 

  Como era ya una  costumbre de la gente de aquel viejo Charallave, los domingos después del desayuno,  un paseo hacia los peñones  se convertía en parte de la bitácora pueblerina,  bien fuera  aguas arriba, es decir, subiendo por la quebrada,  o por la carretera engranzonada, desde La Chivera, hasta Los Peñones, ambas vías te conducían  al sitio preferido por los charallavenses, “Los Peñones”, los que subían  por la carretera engranzonada,  sin duda, que era casi obligado una parada en la bodega de Ramón Muñoz, unos para tomarse un descanso por la larga caminata, y otros para deleitarse con una catalina, o un cortado, cuyo costo era solo de una locha, acompañado de  una inigualable, inconfundible, e inimitable Chicha A1, o una Orange Crush, o una Green Spot, con un costo de un mediecito (0.25 cts), o simplemente comprar una locha de cambur pineo, que seguramente Ramón Muñoz,  daría hasta ocho cambures con ñapa y todo…, aquella vieja bodega, con su viejo mostrador de madera, con una lámina de zinc en la parte superior, su pipote de querosén para la venta al detal, su cajón de madera con el tradicional nepe, y su exhibición de galletas de soda Nabisco, aceite El Rey,  harina de trigo Gold Medal, el tabaco en rama, entre otros productos, mostrando  lo genuino de esas bodegas o pulperías, que solo quedaron para el recuerdo popular.

 

   Luego de esta parada casi obligada, proseguíamos nuestro largo caminar hacia Los Peñones, pero inmediatamente al pasar la bodega de Ramón Muñoz,  a solo escasos  cincuenta metros,  adosado al cerro, veíamos con asombro una estructura muy singular,  que nos remontaba a la época de los palacios de los reyes, era una especie de  un pequeño castillo, con tres túneles contiguos, que daban a una gran fosa  repleta de leña, por allí, escapados de mi tía Reina, nos metíamos rápidamente por los túneles, y salíamos antes de que nos castigara, o nos regañara, por meternos en esos laberintos de cal y canto,  que representaban esos  túneles,  ya que según ella,  y solo para meternos miedo,   ahí  salía “el sin cabeza”, o se escondía ”la sayona“…, después al crecer, supimos con claridad que esa enorme fosa repleta de leña, fungía como caldera, de los famosos hornos de cal del sector de La Chivera.

 

  En estos famosos hornos de cal, de La Chivera, ya al inicio de su abandono, o de su inoperatividad, los niños y adolescentes de la zona, solían jugar  sanamente al escondite,  en aquellas tardes tranquilas, de aquel Charallave de antaño, recordamos que esta importante obra de la década de los años 50, que generó gran cantidad de empleos, fue construida  durante la época del General Marcos  Pérez Jiménez, por una empresa mixta, (sector privado – sector público), aprovechando que la zona de La Chivera y sus alrededores,  estaba  provista de gran  cantidad de  rocas de tipo calizas, asociadas  a la formación  geológica llamada “Conglomerado de Charallave”, y a su vez, esta zona, poseía gran cantidad  de guatacaros y samanes,  que se utilizaban como leña, para avivar el fuego de la caldera.

 

   Estos hornos de cal, también llamados caleras, permitían  producir el óxido de calcio, es decir la cal común o cal viva,  mediante la calcinación de las piedras calcáreas (calizas), a una temperatura entre 1000 y 1200 grados centígrados, durante diez o doce días continuos…, los hornos eran alimentados con leña, y se avivaba la llama con los tradicionales fuelles manuales, posteriormente, a raíz  de la construcción del gasoducto de Charallave, que justamente pasa por La Chivera, estos hornos fueron alimentados con gas, ya que del tubo principal del gas, a los túneles del horno, había solo escasos 6 metros.

  La cal extraída de los hornos de La Chivera,  era utilizada casi en su totalidad,  para la gran cantidad de obras emprendidas por el General Pérez Jiménez, durante su mandato, pero además, este producto también era vendido al público en general,  para ser utilizado, entre otras cosas,  para pintar las casas del pueblo, que junto al añil, que era una pasta de color azul índigo, que se extraía de las hojas y tallos de la planta conocida como añil,  daban la combinación perfecta del blanco puro,  y el azul índigo,  que marcaría una moda en la  época de aquel Charallave de antaño.

 

 

  Para nosotros, los niños y jóvenes de la época,  en nuestra imaginación, no cabía dudas, que estábamos en presencia de un extraordinario castillo de reyes, tal como lo veíamos en las series de  televisión , pero la realidad  era otra, eran tres túneles y una caldera gigante, con  una fachada de mampostería, arquitectónicamente bien diseñada,  que lamentablemente con el tiempo se ha venido deteriorando,  pero  por suerte, aún quedan algunos vestigios, de lo que fue el horno de cal de La Chivera,  con sus  tres túneles, y su gigante caldera, testigos  fiel de una época que quedo para el recuerdo…, ojala, alguna institución, pública o privada, pudiera emprender de inmediato, la reconstrucción de esta obra de los años 50, “los famosos hornos de cal de La Chivera”, que junto a la piedra de La Virgen, y los pozos de Cayuya, Las Cortinas y Los Peñones,  darían, sin duda alguna, el toque turístico, tan necesario para esta importante zona de Charallave, como lo es La Chivera.

 

  Ahí están los hornos de cal de La Chivera, físicamente casi desaparecidos, pero seguramente, permanecerán intactos, en las mentes de quienes pudimos disfrutar de su belleza arquitectónica, y  evidentemente  estoy convencido, que pasarán  a formar parte,  de otra historia poco contada, de aquel Charallave de antaño.

 

 

FUENTE ORIGINAL:

JOSE ANGEL MEDINA.

VIVENCIAS PERSONALES

Y TRADICION POPULAR.






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