LA HISTORIA POCO
CONTADA
“ EL BOTALON “
“UNA
CARCEL PARA ANIMALES “
POR
. JUAN QUINTANA
Esta es
parte de la historia más sencilla de nuestro pueblo, la cotidianidad de aquel
hermoso pueblo de calles empolvadas, de aquel pueblo apacible con gente amable,
de aquel Charallave, con sus costumbres,
tradiciones, personajes populares, anécdotas, leyendas, y su
historia, y en el “Adobe Pueblo de
Antaño“ mantenemos aún vivo el recuerdo de esa hermosa historia, “de la
historia poco contada” como la del “Botalón” en la calle Independencia
de Charallave.
Muchos
son los lugares de aquel Charallave de antaño, que guardan infinitos recuerdos,
recuerdos que a muchos colman de nostalgia y a otros de alegría, y uno de esos lugares, sin duda alguna, era
“El Botalón”, una especie de corral grande, muy grande, cercado por los cuatro
costados, y con algunas siembras de gamelote, “El Botalón” era el lugar donde
arrestaban a las bestias, es decir, a los burros o a los caballos que eran
agarrados infraganti comiéndose el pasto de algún corral ajeno, o destrozando
las plantas de la Plaza Bolívar, o bien
fuera cometiendo algún acto inmoral (de esos que Uds. conocen) a la luz pública,
delante de mujeres , niños y viejitos, bien, el guardián de turno o policía de
punto, que era aquel policía que se apostaba en algún lugar determinado de la
Plaza Bolívar o en las cercanías de la
Calle Real, esperando que algún irregular se resbalara para montarle las
esposas encima, y llevarlo a la jefatura civil, además de esa función, es
decir, de velar por el orden público, el policía o “el rolito”, también se
encargaba de aprehender a las bestias que estuvieran cometiendo actos irregulares,
y las encerraba en “El Botalón“, bien, las bestias, es decir, los burros,
burras, yeguas o caballos, al ser encontrados en plena flagrancia, eran
encerradas en “El Botalón” hasta que llegara su dueño, y se hiciera responsable
de los daños ocasionados por su animal, y si a las 72 horas de haber detenido
al animal, el dueño no se presentaba en la jefatura civil, el mismo Jefe Civil
le ordenaba a una comisión, integrada por el alguacil y dos policías, para que
fueran a la casa del susodicho y pagara
los daños, y además pagara una multa de “un peso” que para la época
representaba cuatro bolívares, (un peso era una moneda imaginaria que equivalía
a 4 bolívares), en caso de que las bestias no tuvieran dueño, es decir, que
fueran animales realengos, el Jefe Civil podía disponer de los mismos, los mandaba
a soltar por las sabanas, se los asignaba a alguna familia del pueblo, o por
qué no, hasta podía quedarse con ellas, pero lo cierto del caso, es que aquí en
Charallave, existía ese lugar, muy pintoresco por cierto, llamado “El Botalón”, donde encerraban a los
animales que se comían la grama de la Plaza Bolívar, o cometían algún acto inmoral
en plena Calle Real de Charallave…, pero así como “El Botalón” en la Calle
Independencia, son muchos los lugares y personajes, que forman parte de esa
historia muy sencilla, de nuestra historia cotidiana, de esa historia poco
contada de aquel Charallave que nos dejó un recuerdo en cada esquina.
FUENTE ORIGINAL:
DON AQUILES FIGUERA (+)
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