LA HISTORIA POCO
CONTADA
HALLAZGO DE UN
CEMENTERIO
INDÍGENA EN PITAHAYA.
POR: JUAN
QUINTANA
Para
la década de los años 50, en una Venezuela que apenas contaba con aproximadamente 5
millones de habitantes, el boom musical
caribeño se afianzaba de manera significativa,
con la presentación de innumerables cantantes y bailarines de la época, Celia
Cruz, Beni More, Daniel Santos, Dámaso Pérez Prado, La Tongolele, Amalia Aguilar,
entre otros, por supuesto, alternando con la inmensa cantidad de coterráneos venezolanos, que
marcaron huellas en la época de oro de la música popular…, estas producciones discográficas
de RCA Víctor, tanto en “Lp 33 ½ revoluciones”, como en “45 revoluciones”, la
gente del pueblo las podía comprar en el “Almacén americano”, en Caracas, entre
la esquina de Pajaritos y esquina de La Palma, y sin duda, tenían un apoyo en
los diversos programas de radio como el de Víctor Saume, en Radio Caracas Radio, “bingo alas”, como el programa “Eslabones de
oro de radio cultura”, además, de los principales teatros del país.
Venezuela,
como consecuencia de la muerte de Carlos
Delgado Chalbaud, era gobernada por una junta de gobierno presidida por
el Dr. German Suarez Flamerich, y los coroneles Luis Felipe Llovera y Marcos Pérez
Jiménez, que concluyó con el
derrocamiento de este último en el año 1958.
Entre
los habitantes venezolanos, el cigarrillo “Lido” se afianzaba como el líder en ventas,
compitiendo con marcas nacionales e
importadas, gracias a su campaña
publicitaria que logro impactar de manera significativa a los habitantes de
aquella época …, ¿cuál es la consigna?….”pido Lido”, con un costo de solo 1 bs
por cajetilla.
Las
amas de casa, para esa época de la década de los años 50, comenzaban a utilizar
el novedosísimo polvo para lavar “Ace”,
fabricado en Venezuela por la
Proter and Gamble, desde el año 1947, y
fue tanta su influencia en la población en general, que hasta la época actual,
aun se le sigue llamando “Ace“ a
cualquier polvo para lavar, independientemente de su marca, es decir, aun la
gente pide una caja de Ace sin importar su marca.
Aquí
en nuestro pueblo, el 30 de agosto del año 1950, hace ya casi siete décadas,
precisamente cuando se celebraba en Charallave las fiestas en honor a Santa
Rosa de Lima, un invierno copioso e inesperado, sorprendía a los habitantes de
aquel pintoresco pueblo, las aguas sobrepasaban las riveras de la cristalina
quebrada de Charallave, la misma quebrada que según la tradición popular, contenía
poderes curativos, a tal punto, que millares de visitantes tomaban de esa agua,
para curarse de algunas enfermedades estomacales…, aquella quebrada de Charallave,
que cercana al naciente, allá arriba, en las inmediaciones de Cayuya, Las Cortinas, y Los Peñones, mostraba
a propios y extraños, un lugar atractivo, donde los mocetones de la época, se
zambullían una y otra vez, a la espera de un suculento sancocho de gallina, que
seguramente sería acompañado por una refrescante y no menos deliciosa guarapita
de parchita, o de guayaba, al mejor estilo de su máximo representante en Charallave,
José Antonio Méndez…,esa misma quebrada, añorada por muchos de nosotros,
erosionó profundamente en el lugar denominado pitahaya, al sur de la población, y logró que aflorara una enorme urna de
barro, que reposaba sobre cuatro estantes o pilares de cerámica muy bien
dibujados…, este hecho sin duda alguna, conmocionó a los pocos habitantes de
aquel Charallave de antaño, ya que la urna de barro contenía, nada más y nada
menos, que restos indígenas de la época precolombina, es decir, que estábamos
en presencia de un cementerio indígena, en el caserío denominado pitahaya…, Luis
Camero Lima, quizas uno de los más fervientes
recopiladores de la historia cotidiana
de Charallave, además de ser el primer corresponsal de provincia del
diario El Nacional, carnet número 1, del 6 de noviembre de 1944, firmado por el director del diario El Nacional
para esa época, Antonio Arraiz, personaje muy querido y apreciado en Charallave,
no vaciló en darle la importancia que merecía el hecho, y de inmediato trajo a Charallave
al profesor Krusell, arqueólogo de la ciudad de Fráncfort, Alemania, quien residía desde hacía algún tiempo en
caracas, luego de un estudio minucioso, el arqueólogo Krusell, confirmó que
efectivamente, estábamos en presencia de un cementerio indígena, de la época
precolombina, en el lugar denominado Pitahaya,
quizas, y de manera lamentable, no se le dio, por parte de la población en general, la
importancia necesaria que merecía tal acontecimiento, ya que sin duda este hallazgo, representaba quizás, el inicio de una cadena ancestral, de
la cual provenían nuestros habitantes,
y sería un tema “obligado” en la búsqueda
de nuestras raíces.
Estos
restos indígenas, hoy día, de acuerdo a informaciones del propio Luis Camero
Lima, reposan en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Caracas, y
pasarán a formar parte, de esa historia poco contada de aquel Charallave de
antaño.
FUENTE ORIGINAL: LUIS CAMERO LIMA
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