LA HISTORIA POCO CONTADA
“AL ÚLTIMO CONUQUERO SE LO LLEVÓ
EL ENCANTO DE LA MONTAÑA”
POR: JUAN QUINTANA.
Su recorrido era el mismo, de Lunes a Lunes
desde que apenas era un joven, para él lo cotidiano se hizo más que una
costumbre, una forma de creer en la vida…, desde su humilde ranchón en El
Templete, hasta el cerro Los Monos, en las cercanías de la hacienda La Ceiba,
de la familia Robles, allá, en el naciente, donde los primeros rayos del sol le
daban la bienvenida cada día, para dar inicio a su acostumbrada y rutinaria
faena agrícola…, puntual a la hora de
llegar y a la hora de salir, aunque sin celular, sin reloj, sin jefe, sin nadie
que le dijera cómo hacer su trabajo, solo la luna, el sol, la lluvia, el viento
y su instinto natural actuaban sobre él
y sobre su único e inseparable compañero de trabajo, su burro…, pero pudiéramos
imaginarnos, solo por un instante, esas interminables conversaciones entre
Javier y su compañero de faenas, en la soledad de esa mágica y fértil tierra,
hablando quizás de las bondades de la naturaleza, de todo lo maravilloso creado
por Dios, de lo prodigiosa que era su tierra, quizás de su conuco, de su
siembra y de su pronta cosecha, y luego del tiempo de norte para su habitual
resiembra.
Ese era el viejo Javier Bolívar, El
Último Conuquero de Charallave, tío del Hijo Ilustre de nuestro pueblo, el siempre recordado Flores
Bolívar (Millonario)…, una madrugada cualquiera, como era ya su costumbre, Javier salió como siempre, en compañía de su
burro, desde El Templete hasta el cerro Los Monos, quizás a continuar tejiendo
sueños desde su humilde conuco, pero como dato curioso, y tal vez envuelto en
algún manto de misterio, Javier Bolívar desapareció para siempre y nunca más se
supo de él; su búsqueda, durante más de un mes, definitivamente fue
infructuosa, solo se pudo conseguir al burro, su amigo e inseparable compañero
de trabajo, ¿pero, qué fuerza mayor pudo haberlo desaparecido de la tierra?,
¿por qué solo desaparece él y no su burro, o por qué no desaparecieron los
dos?..., ¿algún misterio pudiera encerrar su desaparición?, pero pudimos
conocer que la Sra. Crisóloga de Bolívar, madre de Flores Bolívar, en su imaginario mundo, afirmaba con
tono muy sereno, que a Javier se lo había llevado “el encanto de la
montaña”, pero solo Dios tiene la respuesta exacta de esta historia poco
contada de Javier Bolívar, “El Último Conuquero”, un hombre de pueblo, como los hay en cualquier
otro pueblo de Venezuela, un hombre
humilde y de poco hablar, un empírico agricultor que aprendió de las entrañas
mismas de su tierra, un hombre que dedicó su vida a cultivar para el sustento
de su familia, ese era Javier Bolívar, “El Último Conuquero de
Charallave".
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